El “Día de los polvos”, fiesta declarada de Interés Turístico Provincial.
Según la tradición, el mozo, que pretendía a una moza, tenía que empolvarla con polvos, que por aquellos inicios se conseguían de las piedras de cal existentes en el término. Durante esta fiesta de los polvos el mozo se las tenía que ingeniar para conseguir por cualquier medio empolvar a la moza, que en más de una ocasión era pretendida por dos o más mozos. En el intento de empolvarla se producían verdaderos asaltos a las casas: entraban por ventanas, por corrales, por tejados y azoteas. Nada ni nadie suponía un impedimento para que el mozo lograra su hazaña. Esto era una declaración de amor. Mientras tanto, las mozas aguardaban en sus casas o en casas de amigas oponiendo resistencia y no salían hasta pasadas las 12,00 horas del Martes de Carnaval, cuando salían a interpretar los bailes populares como “la guasa”, “los galeones”, “la rueda”, etc.
Hoy en día, el “Día de los Polvos” se viene celebrando en la Plaza Alta del pueblo y por las calles del casco antiguo fundamentalmente y ha perdido el carácter amoroso de la fiesta original.